jueves, 18 de abril de 2019

En Los Cercos de la Realeza


Tuvimos la suerte y el honor en este periplo aventurero de probar y brindar con kilómetro cero las nuevas "GS" de BMW las 1250 van realmente novedosas. En tracción, adelgazamiento, respuesta y tecnología. Mi destreza literaria me impide intimidar la anfitriona. MTB Bike. Nos brindó con gentileza y cercanía estas tres puras sangres bárbaras. Para saborear los caprichos y tendencias motoristicas de las nuevas generaciones. 

Solo diré desde esta Atalaya particular mis satisfacciones con tal mastodonte. La respuesta del motor. Es genial han asegurado los bajos y la arrancada convirtiendo en solución efectiva una decadencia histórica. Pero más aún. El paso por curva, las lecturas del cuadro de mando, la sensación de cambio general de la evolución del concepto, Una moto excelente que convierten la aventura un divertido paseo. El hándicap, tal vez sea su precio, un capricho distinguido.

Después de pasear por la capital del reino haciendo tiempo para recojerlas, acabamos en el restaurante Cebreiros, para atrapar un poco del placer gastronómico de Galicia en Madrid, encanto celta y exquisita cocina a bajo coste en la calle la bolsa. Recomendado por nuestra guía gastronómica, la amiga Tania. De ahí Alcorcón a por las otras chicas que radiantes nos esperaban equipadas

Escapamos de la Urbe cosmopolita, buscando carreteras nacionales de curvas y enganchamos hacia Guadalajara por las urbanizaciones de las afueras de Madrid. Cerceda, Miraflores, Manzanares, Soto del Real, Guadalix de la Sierra. Suaves y onduladas serranías de lagunas y páramos. Llegamos a el Molar, donde teníamos nuestro primer hotel de etapa. Paseo por el encanto de los callejones de piedra y cena en la Sidrería , donde conocimos la otra España. La de la salvación laboral por los que vienen de afuera a defender el trabajo artesanal. Y la del orgullo de los maestros nacionales que hicieron de este país una lengua universal y un carácter extraordinario 

Antonio tiene 83 años, a resucitado dos veces después de infartos y su señora tiene 80 años. Y emperchados salen a cenar todas las noches a la sidrería de Casimiro, charlar con ellos amenos y alegres fue lo mejor de la jornada. Su vitalidad, su filosofía, su entereza para decidir venir al pueblo a morir junto a sus hijos. En los años de posguerra, cojieron una maleta de madera y un colchón de paja. Y se fueron a impartir clase a las vazcongadas. Que dignidad y lección de vida, nos regalaron. 

Ezequiel es Salvadoreño, un talante y nobleza de camarero, para convertir la sidrería en un lugar donde se come espectacular y se derrocha servicio y amabilidad Thomas es polaco, lleva 20 años en el pueblo, y domina bien el español, trabaja en un taller, El junto a otros muchos vienen a salvar la España rural de la despoblación. Y traen consigo el pasaporte y la ilusión que llevo a Antonio y su mujer a servir de maestros Nacionales al país vasco y que hoy con la sabiduría de un Madroño regalan pasajes a los que se acercan a sus consejos. "Si los jóvenes supieran lo que los viejos pudieran" 

Con gotarones de inminente tormenta paseamos bajo un pueblo callado que duerme la senectud y el desalojo como el mal menor del nuevo siglo. Esa España que huele a hierba y a bosta de vaca. Huye a la ciudad, se debilita y pide a gritos relevos generacionales.

Sean Felices.

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