miércoles, 24 de abril de 2019

SITIADOS TRAS LAS MURALLAS



Pocas veces podemos entender la historia sin andar y escudriñar sus escenarios. Plató original de los acontecimientos del pasado, dejarse inspirar por la intuición como mal menor de conexión con las sociedades modernas.

Una mañana gris plomiza, promete el uso continuo del elemento más preciado en este viaje. El impermeable. Ya vamos para licenciatura, el curso acelerado y nunca mejor de película. "Rodando bajo la lluvia" como el gran clasico nos acompaña, como el otro aliciente para verificar los caminos de los antepasados

Dejamos la estampa pintoresca de Segovia con sus Torres y pináculos grisáceos y regresamos a la Sierra del frescor y el pinar. La Granja de San Ildefonso es la Versalles hispana, el turismo en masa se acerca a redescubrirlo, nosotros pasamos de su belleza y en breve estábamos escalando, el puerto de Navacerrada, rascafria y Miraflores. Donde se nos coló el frío y la insistente lluvia. Llegar al Escorial buscando una taberna caliente e impresionandonos con la belleza exaltada de tremenda casita de caprichos reales, las cosas de Felipe II.

La Cruz verde en un divertido puerto y en Robledo de Chavela, nos comentan el lugar de culto de los motoristas en este tobogán de descenso hacia Avila. No hicimos honor a ninguno. Pues desaparecieron todos bajo el aguado escenario y su antipática estampa. El Pinar Mediterráneo y el cambio de vegetación nos va enseñando los páramos abiertos y la ganadería casera.

Siglo XV de la imaginación. Nuestros caballos cabalgan a través del valle de Amblés. Y la sierra de Ávila para después de días de trote acercarse a la murallas. Descansamos en las cuatro columnas, cerca del río Adaja. Una vez más queremos disfrutar de la belleza exaltada de tremendo fortín. Romanos, visigodos y musulmanes. Han cerrado la muralla con 80 Torres doradas y nueve puertas de plata

Esta noche accederemos a través de carros vetones. Cuentan que en las tabernas, corre el vino y el asado. Mientras los sabios de la cristiandad de Santa Teresa, desgranan romances y leyendas encantadas: El de la princesa Mora, El del rey niño, El cubo de la mula, El monje por desamor.. Los cascos de los caballos machacan los callejones de la memoria, duelos de espadas y sables, gritos y borracheras. Mientras los rezos y cánticos en los convento, tranquilizan a las gallinas, normalizan la vida los mercaderes que llegan al Alba, como fantasma de otros tiempos que atraviesan las murallas.

Los abulenses son un pueblo sereno, atrapados por la magia de sus murallas han sobrevivido a la altura geográfica, a 
conquistas y reconquistas. Al frío del páramo ibérico. Tienen el secreto de otros tiempos y lucen orgullosos las llaves de su casa, como Jimena de Blazco, una mujer de bandera que defendió con maestría y arte el asedio a su ciudad

Con tan solo cruzar sus murallas regresas al pasado en un túnel del tiempo encantado, si caes en esta tentación de seguridad medieval, quedas atrapado para siempre en la cristiandad y la exaltación de la divinidad. Avila es un imán de dos ciudades; La del culto a la historia interna y la de la contemplación de la belleza externa. Solo separan dos mundos este fantástico fortín.

Mañana partiremos al Alba, cuando cambia la vigilia, en el Rosario de la Aurora, cuando menos imantadas estén esas murallas.

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